Por presumir de certero
un tirador atrevido
se encontró comprometido
en el lance que os refiero:
Y fue, que ante una caseta
de la feria del lugar
presumió de no fallar
ni un tiro con la escopeta
y el feriante alzando el gallo
un euro ofreció pagarle
por cada acierto y cobrarle
a 60 céntimos el fallo.
Dieciséis veces tiró
el tirador afamado
al fin dijo, despechado
por los tiros que falló:
"Mala escopeta fue el cebo
y la causa de mi afrenta
pero ajustada la cuenta
ni me debes ni te debo".
Y todo el que aténtamente
este relato siguió
podrá decir fácilmente
cuántos tiros acertó.
(Rafael Rodríguez Vidal. "Enjambre matemático")